¿Todos los juegos deberían incursionar en los esports?

A finales de mayo Epic Games anunció con bombo y platillo que inyectaría $100 MDD en premios para el primer año de esports de Fortnite, lo que generó gran especulación. Sin embargo, a la compañía no le fue muy bien este fin de semana, ya que una serie de problemas mostró que la modalidad Battle Royale no está lista para saltar a las competencias de alto nivel.

Este fin de semana fue la inauguración del torneo Summer Skirmish de Fortnite, la primera competencia organizada por Epic y que consta de 8 semanas de partidas con una bolsa de premios de $8 MDD. Contrario a lo que muchos podrán pensar, el evento fue cancelado después de 4 encuentros por problemas de lag y el lobby de partidas personalizadas no funcionaba adecuadamente, generando frustración en los competidores. Básicamente, el debut de Fortnite en los esports fue un desastre.

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Los espectadores también la pasaron mal. La transmisión del evento en Twitch fue tan simple que parecía descuidada y apresurada. Al ser la presentación de Fortnite en los esports, los usuarios esperaban alguna herramienta que hiciera especial el momento y no solo una competencia que hubiera organizado cualquier persona desde su casa.

Ante estos problemas, Epic dijo que planean mejorar los servidores y arreglar todos los inconvenientes con los que se encontraron en el primer encuentro, así que la siguiente semana seguramente las cosas funcionarán mejor.

El desastroso debut de Fortnite nos hace recordar que un juego popular no tiene que ser necesariamente un esport. Las compañías suelen llevar sus títulos a la escena competitiva como una oportunidad de atraer más público, porque la comunidad exige un escenario para demostrar sus habilidades o porque ven una oportunidad económica. Sin embargo, sería importante que reflexionaran sobre la infraestructura necesaria para convertirse en un digno evento de esports.

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