¡Comparte en redes! En las últimas horas, una imagen compartida en redes sociales volvió a encender un debate tan antiguo...
En las últimas horas, una imagen compartida en redes sociales volvió a encender un debate tan antiguo como la industria misma: ¿los videojuegos pueden ser considerados una forma de arte? La imagen —que se volvió viral— compara tres disciplinas tradicionalmente aceptadas como artísticas (la pintura, la música y la literatura) con los videojuegos, al sugerir que estos últimos son una convergencia de todas ellas, con el agregado distintivo de la interacción.
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El collage plantea una pregunta simple pero profunda: si ya aceptamos como arte las obras pictóricas, las composiciones musicales y los relatos literarios, ¿por qué todavía cuesta tanto otorgarles a los videojuegos el mismo estatus?

El lado que dice «sí»
Para muchos, la respuesta es obvia: los videojuegos sí son arte. Títulos como Red Dead Redemption 2, Baldur’s Gate 3, NieR: Automata o Silent Hill 2 se destacan por su riqueza narrativa, diseño visual, música original y la capacidad de generar experiencias emocionales profundas en los jugadores. Algunos de estos juegos abordan temas filosóficos, políticos o existenciales, y otros despliegan mundos que rivalizan con los mejores escenarios del cine o la literatura.
Además, en términos técnicos, un videojuego puede incluir dirección de arte, guion, composición musical, actuación, animación, diseño gráfico y hasta arquitectura digital. A eso se suma la interacción, que ofrece una experiencia única y personal para cada jugador, algo imposible de replicar en otros medios artísticos.
El director de cine Guillermo del Toro, por ejemplo, ha defendido públicamente a los videojuegos como una forma de arte. Y no es el único: museos como el MoMA de Nueva York ya han incorporado videojuegos en sus exhibiciones permanentes.
El lado que dice «no»
Sin embargo, no todos están convencidos. Algunos críticos argumentan que, si bien los videojuegos pueden incluir elementos artísticos, su objetivo principal sigue siendo el entretenimiento o el consumo comercial. Desde este punto de vista, el componente interactivo estaría más cerca del diseño industrial o la ingeniería que de la expresión artística.
También se señala que la mayoría de los videojuegos responden a lógicas de mercado, lo que dificulta su autonomía como arte. En palabras del crítico de cine Roger Ebert —quien alguna vez declaró que «los videojuegos nunca serán arte»—, la experiencia lúdica, sujeta a reglas y a una lógica de ganar o perder, está en contradicción con la contemplación estética.
Un debate que dice más sobre nosotros que de los videojuegos
Lo cierto es que la discusión sobre si los videojuegos son arte dice tanto sobre los juegos como sobre cómo definimos el arte en sí. En pleno siglo XXI, donde las formas de expresión se multiplican y se mezclan, es inevitable que los límites se vuelvan difusos. Así como el cine fue una vez considerado mero entretenimiento popular, hoy muchos videojuegos plantean experiencias que igualan —y a veces superan— a las de otros medios reconocidos.
Quizá la verdadera pregunta no sea si los videojuegos pueden ser arte, sino si estamos dispuestos a ampliar nuestra idea de arte para incluirlos. Y si una simple imagen puede disparar estas reflexiones, tal vez estamos más cerca de la respuesta de lo que creemos.
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