La comunidad usó las redes sociales para expresarse en contra de un proyecto que busca regular los deportes electrónicos

En las últimas semanas, las redes sociales dieron aviso de una situación que se estaba dando en el poder legislativo de Argentina. La Asociación Argentina de Deportes Electrónicos (AADE) buscaba impulsar una ley para regular la situación de los esports en el país. Hasta ahí todo muy bonito, pero el proyecto de ley contemplaba —entre otras cosas— que juegos como CS:GO o cualquier otro FPS fueran rechazados en la categoría de esports por ser considerados violentos. Y ahora… ¿qué hacemos?

¡”Cyberatletas”, al Congreso!

Sorprende que, con el 2019 a la vuelta de la esquina, todavía se discuta en muchos medios de comunicación si los videojuegos nos convierten en personas violentas. Creemos que el primer paso para cambiar esa mentalidad tiene que salir desde del sector, pero ¿qué pasa cuando es el mismo sector el que pone piedras en el camino?

Argentina tuvo una oportunidad extraordinaria de sentar un precedente en la región en materia de esports. Mediante el proyecto de ley impulsado por la AADE, el país podía comenzar a transitar un camino de crecimiento para los esports en la región. Pero no.

La ley infería que no se debería considerar deporte electrónico a aquellos videojuegos que tuvieran caracter violento. En pocas palabras, juegos como Overwatch quedarían fuera de la ley por ponernos en la primera persona de un personaje que dispara. Cuando el proyecto impulsado por la asociación llegó a oídos de la comunidad, las alarmas de alerta sonaron y no pasaron más de algunas horas antes de que grandes referentes de la misma se expresaran al respecto en redes sociales.

La comunidad hizo ruido

Dueños de equipos, periodistas, jugadores profesionales y figuras públicas pusieron el grito en el cielo. ¿El primer problema? El desconocimiento. La gente a cargo de impulsar la ley parecía ser desconocida por personajes influyentes del sector y, en un ambiente como este, eso tiene un precio: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.

El segundo inconveniente fue la falta de comunicación. ¿Cómo es posible que se esconda a la comunidad un proyecto que debería ser bueno para todos? No estoy diciendo que ese fallo en la comunicación haya sido intencional o no, pero sí creo que los canales de comunicación deberían haberse trabajado de otra forma. Llama poderosamente la atención la forma en la que se trató el tema desde las altas esferas, cuando una noticia de este calibre debería haber sido motivo de celebración para todos.

Otro de los problemas que la comunidad se encargó de visibilizar fue la falta de representación. La AADE nunca consultó el tema con organizaciones ni jugadores. No, no creo que un joven de 19 años que intenta dedicarse a los esports tenga la capacidad de sentarse a redactar un proyecto de ley, pero sí es indispensable escuchar a quienes (mal o bien) forman parte de la escena.

Pirañas al acecho

“El gran problema de Argentina es que está llena de argentinos”, decía mi abuelo. Y no es de esperarse que aparezcan inconvenientes para organizarse en un país de 45 millones de jugadores donde todos y cada uno quieren ser capitanes del equipo. En una bandada de cóndores carroñeros, el descenso de uno de ellos le indica al resto del grupo la presencia de un cadáver del que alimentarse. Del mismo modo, no tardaron en aparecer quienes esperan en las sombras el momento ideal para salir a patear al rival una vez que está en el piso. ¿El objetivo? Comer.

Nunca se vio tanta gente en defensa de los deportes electrónicos de la región. Incluso aquellos que no escatiman en recortarle el presupuestos a sus jugadores, o quienes pagan sueldos con camperas y pedazos de plástico pudiendo no hacerlo. También aparecieron muchas otras organizaciones que —por lo menos— ya se conocían de antes, como la Asociación de Deportes Electrónicos y Videojuegos de Argentina (DEVA), y la Asociación de Deportes Electrónicos y Electromecánicos de Argentina (ADEEMA). Ambas con el hashtag #eSports en sus bios de Twitter.

Además se dieron a conocer muchas asociaciones provinciales, y todas dicen tener el mismo objetivo: velar por el crecimiento de los esports en la región. Si bien la unión entre todos los actores de la escena es fundamental para el crecimiento de la misma, llama la atención el momento. Hace años que las cosas no salen como uno espera, pero muchos de los que siempre buscaron, de forma absolutamente desinteresada, una mejora en la escena, nunca contaron con este apoyo. De hecho, a varios se les ha cerrado la puerta de eventos y ni siquiera entonces gritaron por ellos.

Los esports y los falsos profetas

La situación actual es muy precaria y, en parte, se debe a la corta edad del sector y de muchos de los que la conforman. Esta situación tiene ventajas y desventajas. La gran ventaja que presenta es la posibilidad de construir desde cero. Ya sea mediante la creación de medios de comunicación o de organizaciones, nosotros tenemos la grandísima oportunidad de edificar sin los malos vicios de la prensa tradicional y sin los manejos oscuros de los que presumen saco y corbata. La desventaja: quienes se aprovechan del desconocimiento de jugadores profesionales y de la buena intención de muchísimos de los que quieren ver crecer y ser parte de la escena.

Profesionalizar la escena no es conseguir que Diario Olé, Clarín o La Nación saquen una nota con el título “El fenómeno de los deportes electrónicos”, para que Doña Rosa y Don José lo lean mientras toman mate en la puerta de su casa, en pantuflas y sentados con la silla al revés. Profesionalizar también es entender que tu trabajo tiene un valor, y que amar los esports no significa resignarlo ni trabajar 65 horas extra gratis, o por una campera con el logo de la empresa para que presumas en tus redes sociales.

Buscar una escena profesional también necesita que te prepares para ofrecer la mejor calidad posible. ¿Estudiar es prepararse? Sí, claro. Pero también abundan los casos de medios con referencias geek en su nombre donde escriben periodistas que dejan claro que un título no te quita las faltas de ortografía y los horrores en la redacción. Prepararse también es investigar, preguntar y entender la diferencia entre stream y streamer.

En síntesis, que el futuro traiga trabajo y jueguitos de computadora para todos y que, juntos, podamos llevar este barco a buen puerto, reconociendo y diferenciando al que está acá porque quiere y no solo porque puede. ¿Podemos contar contigo?

Pueden leer más sobre el proyecto de ley en este enlace.

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